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viernes, 3 de diciembre de 2010

CUPEROSIS(MEJILLAS ROJISAS)-TODO MUJER LATINA

TODO MUJER LATINA

CUPEROSIS(MEJILLAS ROJISAS)

Es más común en mujeres que en hombres, y suele manifestarse al pasar del frío al calor, cuando se come o bebe algo caliente o irritante, o ante fuerte emoción. No es grave, pero para muchas personas resulta molesta y buscan soluciones al problema.

Aun en nuestros días, las mejillas rosadas son símbolo de salud y lozanía, lo cual no está alejado de la realidad. No obstante, la Medicina tiene una explicación científica al origen de las famosas "chapas", las cuales para algunas personas resultan penosas y tratan de cubrirlas con maquillaje.

La afección a la que nos referimos en esta ocasión recibe el nombre cuperosis, y si bien tiñe de rojo a prácticamente todo el pómulo, también puede manifestarse en forma de pequeñas "arañitas" que cubren la misma superficie del rostro. Se trata de pequeños capilares (venas) que se dilatan (expanden) como consecuencia del aumento de presión sanguínea en la zona; el problema se identifica médicamente como vascular, es decir, de circulación.

No es la única
La cuperosis afecta en general a individuos con piel clara, fina y delicada; es una afección hereditaria y, como se indicó con anterioridad, para algunas personas resulta un problema estético para el cual buscan tratamiento. En realidad hay solución, pero antes es importante hacer mención de los tipos más frecuentes:

Cuperosis rosácea. Dilataciones venosas alrededor de nariz y pómulos, causando enrojecimiento generalizado que suele confundirse con acné, pues suelen aparecer pequeños granos que no producen comezón; se presenta después de los 25 años. También difiere del acné en su origen porque no se debe a cambios hormonales, sino se sabe que responde a estrés, consumir productos muy calientes e incluso beber alcohol.

Cuperosis adquirida. Está relacionada con factores externos como largas exposiciones al Sol, sin la protección adecuada, o por abuso de lámparas solares. También puede atribuirse al uso de cremas a base de cortisona (con el objetivo de reducir inflamación en piel) o a determinados cosméticos que son agresivos para la piel.

Ahora bien, al hablar de problemas vasculares en el rostro resulta inevitable hacer mención de:
Telangiectasias. Dilataciones de las venas cercanas a la superficie de la piel que tienen el aspecto de tela de araña. Se manifiestan principalmente a nivel de mejillas o nariz y las causas suelen ser las mismas de la cuperosis, además de abuso del tabaco; cabe destacar que este problema puede manifestarse también en las piernas.

Hemangiomas. Se trata de lesiones o malformaciones de los vasos sanguíneos a nivel de la dermis que generan manchas rosas o rojo intenso (algunos las llaman vinosas por el parecido con el tono de la bebida alcohólica), en muchos casos por esfuerzo, por ejemplo, en un recién nacido por el parto y también por llanto. Son comunes en párpados y frente, y suelen desaparecer al avanzar la edad, mientras que los manifestados en cuero cabelludo, nuca o sienes suelen permanecer toda la vida.

Soluciones
Tanto en telangiesctasias, hemangiomas y en cuperosis la solución más sencilla para esconder de forma temporal las venitas que rodean a nariz y mejillas es el maquillaje o uso de cremas para eliminar manchas (aquellas que contienen hidroquinona), aunque hay fármacos que se prescriben únicamente para prevenirlas, pero no terminan con ellas.

Sin embargo, la Dermatología (especialidad de la Medicina encargada del estudio de la piel) ofrece alternativas definitivas, entre las que pueden mencionarse:
Electrocoagulación. Empleando agujas eléctricas muy finas en el capilar dilatado visible es posible provocar su cierre; el método puede ser un poco doloroso y, si no se realiza con mucha precisión, produce pequeñas cicatrices.

Inyecciones. Están indicadas únicamente en cuperosis muy extensas, y mediante punciones (pinchazos) se administran fármacos hacia el interior de los capilares para cerrarlos y que se vuelvan invisibles; producen mucho dolor, ya que las zonas afectadas suelen ser muy sensibles. En áreas extensas se requieren 4 o 5 sesiones.

Láser. El rayo se dirige al capilar venoso seleccionado para que se aumente la temperatura de la sangre, que en milésimas de segundo se coagula y provoca un cambio en la coloración de la piel afectada; el organismo reabsorbe los vasos sanguíneos que el láser puede llegar a quemar, y desaparecen.

Esta técnica tiene la cualidad de que el láser puede incidir selectivamente sobre los vasos sanguíneos que provocan la lesión vascular y los corrige sin afectar a tejidos y estructuras cercanos, dejando intacta la piel y su pigmento; el método que emplea el láser es tan efectivo y seguro que está recomendado para el tratamiento de niños a partir de pocas semanas de edad.

Asimismo, es un procedimiento que se realiza en el consultorio y los especialistas más modernos cuentan con un instrumento (se llama dynamic cooling) que enfría la capa más superficial de la piel, con lo cual disminuyen las posibles molestias, como dolor e inflamación posteriores al tratamiento.

Durante 2 o 3 semanas la piel del área tratada se verá enrojecida si los vasos son pequeños, y un mes si son más grandes, pudiendo notarse resultados definitivos en aproximadamente dos meses. Normalmente se requieren de 1 a 3 sesiones, de 10 minutos, y con un intervalo de un mes entre ellas.

Tanto antes de cada intervención como después de ellas, se indica no exponerse al Sol y evitar los focos de calor y los cambios bruscos de temperatura, por lo menos seis semanas antes y después. Durante los 10 a 14 días posteriores a la sesión, la piel tratada presenta coloración rojo-violácea y ligera inflamación.

Si se quieren prolongar los resultados por mucho tiempo, es importante proteger a la piel del frío y el Sol, de los cambios repentinos de temperatura (como en el vapor y baño sauna), además de evitar sal, alcohol, picante, tabaco y todas las emociones que puedan hacer que la presión arterial suba.

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