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sábado, 9 de julio de 2011

¿CÓMO NOS AFECTA LOS SENTIMIENTOS DE FRUSTRACIÓN?-TODO MUJER LATINA


TODO MUJER LATINA

¿CÓMO NOS AFECTA LOS SENTIMIENTOS DE FRUSTRACIÓN?

Cuando surgen impedimentos materiales o morales para cumplir los deseos, aparece la frustración. No tienen por qué existir grandes aspiraciones para que las personas experimenten un sentimiento negativo al ver que no logran alcanzar lo que desean. Llegados a este punto, suelen manifestarse otros sentimientos que pueden llegar a apoderarse de las personas que se sienten frustradas...

La angustia, la ansiedad, la rabia y otros pensamientos negativos comienzan a aparecer encargándose de destruir al sujeto que los padece.

No es una película de terror, no es una historia fantástica, es la vida real, el día a día de muchas personas que sufren este terrible problema, la frustración. Se trata de un problema psicológico que se origina en la mente humana y que a pesar de tener muchos síntomas, todos ellos se encaminan hacia la destrucción emocional del individuo.

Los niveles de la frustración
La frustración no afecta del mismo modo a todas las personas. Sea por su personalidad, por sus circunstancias o por su entorno, existen diferentes grados de este sentimiento destructivo.

En muchos casos es aconsejable acudir a un profesional, ya que el mismo sentimiento de frustración puede impedir actuar con normalidad ante situaciones cotidianas.

Se puede pasar de la sensación de fracaso a la de auto-destrucción sin ni siquiera planteárselo. Pero de algún modo se llega a este punto que parece no tener retorno, sin embargo, lo tiene.

La frustración es acumulativa, con lo cual, las personas pueden vivir diferentes episodios frustrantes, que por separado no tienen importancia, sin embargo todos ellos desembocan en un sentimiento de frustración cada vez mayor y provocan estrés en el individuo.

El ser humano puede sentir frustración interna, o externa. La externa se produce cuando tiene una motivación por conseguir algo material y no lo logra, y la interior, nace del sentimiento de querer lograr algo espiritual que no se puede conseguir.

Algo que causa frustración a algunas personas no tiene por qué provocarla en otras. Generalmente, lo que predetermina la capacidad de tolerancia a la frustración, son las experiencias vividas en la infancia. Pero también influyen otros factores, como el entorno y la naturaleza física de cada individuo.

El peligro de los recuerdos
Sin duda, las personas son el resultado de su pasado, del presente y del futuro. Cuando se habla de futuro, muchas personas creen que es algo que ni siquiera existe. Lo bueno de aquellos que pueden hablar del futuro, es que esas personas visualizan lo que quieren, ven más allá del día a día y previenen lo que mañana puede ocurrir sin darle más protagonismo a lo vivido que a lo que les queda por vivir.

Hay que fijarse otro objetivo, sin centrarse en lo que no se ha podido lograr, sino en lo que sí se puede.

Las frustraciones originadas en la infancia son difíciles de controlar, ya que se ocultan en el inconsciente. El papel del psicoanálisis ha sido muy importante para esclarecer el porqué de los síntomas histéricos y neuróticos, todos ellos con base en experiencias vividas en la infancia. A menudo, las personas que menos toleran la frustración han sido niños que han tenido fácilmente todo lo que han pedido y no han aprendido a superar momentos de frustración por no conseguir las pequeñas cosas de la vida. Muy posiblemente, estas personas seguirán teniendo necesidades orgánicas de mayores, es decir, tendrán la necesidad de que todo lo que piden se conceda al instante.

Según Sigmund Freud: "La frustración es la privación de satisfacciones materiales o psíquicas". Así lo confirma también Rosenzweig quien también intentó medirla por medio de un test que él mismo creó: el Test de Frustración de Rosenzweig.

Liberarse de la frustración
El ser humano necesita liberarse de las sensaciones negativas y para ello, tiene mecanismos de defensa que se activan inconscientemente y que sin darse cuenta le ayudan a dejar de lado la sensación de malestar. Pero cuando esos mecanismos fallan pueden aparecer síntomas y conductas que se manifiestan de manera física en el individuo. Un ejemplo de eso sería la ansiedad que lleva a las personas que la padecen a morderse las uñas, estar impacientes, no parar de moverse, o simplemente no lograr concentrarse.

Uno de los mecanismos de defensa más utilizados es la racionalización, el esfuerzo por justificarse, a menudo inventando razones y excusas para explicar lo que está ocurriendo. Generalmente estas razones no son reales, pero sirven para evadirse del malestar que provoca la frustración. A veces, estas razones se complementan con acusaciones directas hacia los demás, culpándoles de los problemas que tienen.

Otro mecanismo de defensa muy útil consiste simplemente en sustituir las metas, las necesidades, los sueños y los objetivos marcados, por otros distintos. De ese modo las frustraciones pasan a un segundo plano y desaparecen. Otras personas, simplemente huyen, porque no encuentran otro modo de liberarse.

Sea como sea, los seres humanos necesitan encontrar el equilibrio que les hace sentirse en armonía con el entorno y con sus propios pensamientos. A veces, el mayor enemigo de una persona no es nadie más que él mismo.

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